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Una Carta de Ambria

Mi historia no siempre es fácil de contar. Decidí contarla en la forma de una carta personal dirigida a ustedes para que pudiera hablar con el corazón, la única manera de hablar que me siente correcto

A los residentes del Distrito 11 y quien corresponda,

Mi historia no siempre es fácil de contar. Decidí contarla en la forma de una carta personal dirigida a ustedes para que pudiera hablar con el corazón, la única manera de hablar que me siente correcto. Les escribo esto, con sinceridad, como una persona que ha experimentado las mismas dificultades que cualquier otro miembro de la clase obrera, y en general, en mi vida como una de la mayoría de nosotros que hemos tenido que luchar para vivir.

Por mis 34 años como uno de los muchos, como los a quienes yo aspiro representar, he presenciado a mis seres queridos, heridos y enfermos, mientras el sistema médico les rechazó atención médica. He sentido mi dignidad reduciéndose frente al prejuicio de la gente que menospreciaron a mí y a mi familia por necesitar comida del banco de alimentos, por llevar la misma ropa una y otra vez, por tener que pedir que mis vecinos me llevaran al supermercado. Por necesitar ayuda en una sociedad que desprecia a los desamparados.

Cuando tenía 17 años, me mudé a Chicago para vivir con mi hermano mayor en su reducido estudio porque mi vida en el campo de Illinois se había vuelto intolerable. Sin mi propio coche ni mi propio hogar, mi madre y yo habíamos tenido problemas por muchos años. Empecé a trabajar en el Davis Theater hasta las 11 PM durante la semana para ganarme mi pan. Mis compañeros de trabajo se burlaron de mí por mis zapatos - los únicos que podía encontrar en la tienda de segunda mano que se adecuaban al código de vestimenta. Entonces, mi mamá se unió a nosotros en Chicago y compartimos la colchoneta inflable que ocupó todo el espacio de vivir en ese apartamento. Entonces mi hermano menor se mudó al estudio, y dormía en un saco de dormir apretado en la cocina, al lado del horno.

Chicago

A pesar de esas dificultades, Chicago me salvó la vida. Yo fui un abandono escolar, y gané un título de maestría en educación. En Chicago, podía caminar a mi trabajo y ayudar a mi madre con la renta, para que pudiéramos vivir en nuestra propia casa por primera vez en muchos años. En Chicago, podíamos tomar el autobús al supermercado. En Chicago, una persona como yo podía conseguir The Reader en el cuadro, gratis, y entender lo que pasaba en la cultura y las políticas de mi ciudad. Esta ciudad me creó, y nunca puedo olvidar la deuda que le debo.

Hay aspectos de mi vida que me han dado miedo y dolor. Poder perseverar por estas dificultades me hizo tenaz, fuerte, e ingeniosa. He aprendido a exigir las cosas que merezco. He aprendido a hablar con las personas quienes en el pasado, nunca pensé que me escucharan.

Tomo acción porque, a pesar de las luchas que haya tenido que luchar para vivir una vida digna, he tenido tantos privilegios que los otros no tienen. Si hubiera sido indocumentada, o si mi mamá hubiera sido indocumentada, hubiéramos podido conseguir trabajos? Si no hubiera hablado inglés, hubiera podido conseguir asistencia cuando tuve que pedir la ayuda de un grupo de defensa para los derechos de inquilinos para luchar contra un dueño negligente? Si no fuera blanca, hubiera sido la víctima de un crímen de odio, o retrasada por la discriminación? Es cierto que hubiera tenido más luchas. Mis luchas me han hecho la mujer que soy, pero no fueron justas, y nadie debe tener que luchar para sobrevivir cuando tenemos tantos recursos en esta ciudad. Y nadie debe tener que luchar para ser tratado con dignidad y respeto.

Nadie debe tener que luchar para sobrevivir cuando tenemos tantos recursos en esta ciudad. Y nadie debe tener que luchar para ser tratado con dignidad y respeto.

Es por eso que, cuando me mudé a Bridgeport en 2012 y vi una oportunidad de involucrarme en el banco de alimentos de Benton House, lo tomé inmediatamente. Es por eso que, en el verano de 2020 cuando unos hombres estaban en las calles con armas, jurando y amenazando a la gente que vive aquí, escribí una carta pública y organicé una manifestación en la oficina del distrito para asegurar que el concejal lo parara. Yo amo este distrito, pero hay un camino largo antes de que pueda llamarse inclusivo - y los tópicos y clichés no van a repararlo. Estoy lista para abogar a nuestros vecinos asiáticos, afroamericanos, latinos, e inmigrantes, por mi voz en el Ayuntamiento y por una oficina dedicada y activa. Por los dos años pasados tuve la bendita buena fortuna de enseñar ciencias sociales en la escuela intermedia aquí mismo en el barrio que amo tanto. Compartir mi entusiasmo por la cívica, la historia, la economía, y la planificación urbana con los jóvenes y poder verlos por el barrio como continúan creciendo ha sido una de las experiencias más orgullosas y profundas de mi vida. Ahorita quiero mostrarles que lo que quise mostrarles es verdadero: las personas normales de la clase obrera como nosotros podemos configurar el mundo, y en hacerlo podemos mejorar todo para nosotros y cualquiera persona que sufra en nuestra ciudad.

Con el apoyo, el respaldo y el trabajo duro de muchos miembros de la comunidad, empezamos mi campaña para concejal en octubre porque mis vecinos y yo estamos cansados de mirar a la gente en gobierno no haciendo nada para nosotros.

La mayoría de nuestros representantes políticos fingen creer en las mismas cosas en que yo creo. However, las acciones de la alcaldesa Lori Lightfoot, su administración, y muchos concejales fallan en ofrecer al pueblo lo que necesitamos y lo que merecemos. Mi servicio público durante la última década demuestra que mi único motivo es trabajar hacia un gobierno que funcione para el beneficio de construir poder popular, para mejorar la sociedad para todos.

Nunca haré tratos detrás de sus espaldas, y estoy lista para trabajar por ustedes en el Chicago City Council. Avancemos el Distrito 11, juntos.

Sinceramente,

Ambria Taylor

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